¿Has tenido un momento en la vida en el que se produce un tsunami en tu organigrama profesional que te ha descolocado hasta el punto de hacer temblar los cimientos de todo lo que habías construido hasta entonces?
Son ese tipo de situaciones que a veces ocurren y provocan un importante descalabro que nos deja K.O y sin saber muy bien por donde retomar las riendas de nuestra vida y nuestro futuro, ¿te suena? 🙁
Pues esos momentos, que a unos les rozan levemente sin consecuencias y a otros les tocan en la línea de flotación, son perfectos para ponernos a reflexionar sobre lo que hacemos y si queremos cambiar algo, o mucho, o todo en nuestra vida.
A mí me ocurrió el gran tsunami, y gracias a ello hoy estoy aquí.
He sido abogada casi toda mi vida profesional. Casi toda mi familia estaba metida en el mundo de la abogacía, y como no podía ser menos, yo tiré por lo fácil.
No es que no me gustara el mundo del derecho, porque sí que me gustaba.
Lo cierto es que idealicé una profesión pensando que era muy gratificante ayudar a la gente a solucionar sus problemas, porque está claro que quien busca un abogado es porque tiene algún problema o necesidad.
La mera idea, cuando estaba estudiando la carrera, de verme subida a un estrado, con la antiestética toga (no nos engañemos, son espantosas y no favorecen nada), soltando mi alegato para tratar de convencer a un Juez de lo que estaba defendiendo, me volvía loca (un verdadero subidón de adrenalina??).
Y eso es lo que hice. Dedicarme al ejercicio de la abogacía durante más de 20 años. Aprendí, me formé más, fui evolucionando, trabajé en tres despachos de abogados diferentes, y terminé dirigiendo un proyecto jurídico que me llegó por un contacto, muy bien pagado, en el que creía, y donde pensé que acabaría jubilándome.
Pero la cosa no fue así y vino el tsunami a mi vida profesional en forma de una invitación a abandonar el proyecto con un “vamos a prescindir de tus servicios».
Así. De golpe. Con una vida que giraba alrededor de un trabajo en el que estaba dejándome la piel.?
Y sin embargo es curioso, pero hacía meses que sentía que había llegado a un punto en el que yo misma sabía que no estaba en el buen camino, y que me estaba equivocando.
Claro que a todos nos pasa que nos cuesta mucho salir de nuestra zona de confort, aunque no nos guste lo que hacemos o estemos hartos de la vida que tenemos (qué gran error)
Mi trabajo se había convertido en 10 horas diarias de lucha, fines de semana pringando, tareas para currar en casa, y todo aderezado con un estrés muy importante, una vida que no era vida, y una incompatibilidad absoluta con el dueño del negocio en la visión de cómo dirigir un despacho jurídico.
Es complicado ser capaz de asimilar de golpe algo tan inesperado, aunque predecible, pero recuerdo (y de esto hace ya tres años) que, en medio de aquella vorágine de pensamientos y sentimientos mezclados, había una especie de “algo” que me indicaba que había llegado el momento del cambio.
Y ese cambio llegó, y lo cierto me sorprendió darme cuenta de golpe de por dónde quería que fuera mi futuro profesional.?️
Porque estaba íntimamente relacionado con mi pasión por el mundo de las letras desde que aprendí a escribir.
Curiosamente, la escritura formaba parte de mí desde niña.
Mi primer cuento lo escribí con 9 años (una historia sobre la vida de una botella de Coca Cola, ahí queda eso, hoy flipo cuando la releo).
Luego pasé a la poesía reivindicativa y sentimental de una adolescente recién enamorada y muy introvertida (los cuadernos que conservo no tienen desperdicio).
Entre medias escribía sin parar mis diarios personales, lo que sigo haciendo hoy en día (tengo una montaña de cuadernos que son un tesoro, con las hojas amarillas y la letra de una quinceañera que se trasforma en adulta escribiendo todo lo que le salía de dentro, que no era poco).
Me dio por escribir cartas al Director en los periódicos, apuntarme para colaborar en la revista del colegio y algún concurso literario de esos que de vez en cuando surgían para locos de la escritura como yo (con algún premio de por medio).
Y hace unos meses, decidí dar el salto y empezar a escribir una novela (estoy en ello, y no sé cuándo, pero verá la luz algún día).
Ya sabéis eso que dicen que en la vida hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Pues a mí me faltaba lo último, y me puse a ello.
Entre medias de todo ello me di cuenta de que mi pasión era la escritura. Lo tenía claro. Formaba parte de mí desde niña. Y me había acompañado toda la vida.
Y entonces lo vi claro. ¿Por qué no hacer de mi verdadera pasión una profesión? Y empezó el camino de la reinvención profesional.
Os pongo en antecedentes del momento concreto en el que me encontraba: 45 años, dos hijas, un divorcio, y un proyecto. Ahí queda eso.
No era fácil el panorama personal que tenía. Tuve momentos de bajón, de ansiedad, y de auténtico pánico.?
Pero me lancé a la piscina y decidí invertir en formación, primero como Community Manager de la mano de Franc Carreras y Billie Sastre y su exclusiva Metodología ESTIMA a través de la comunidad de Mamis Digitales, dirigida a madres que querían conciliar y emprender en el mundo de las redes sociales, una filosofía que me molaba mucho, además de la idea de trabajar desde casa en algo que me encantaba desde siempre.
Y después continué mi formación como copywriter y redactora con Javi Pastor y su curso en Adopta un Copywriter, que me convenció con sus conocimientos que tan generosamente comparte con sus alumnos, y que me enseñó a querer más aún la escritura, abriéndome la puerta a un mundo de posibilidades laborales que hoy son mi profesión. Antes de terminar ambas formaciones ya tenía clientes.
Y aunque cada día me sigo formando y aprendiendo, hoy puedo decir que he convertido la escritura en mi modo de vida.
Emprender sola y de cero no es fácil (que no te cuenten milongas, hace falta mucho trabajo y mucha dedicación, pero con esfuerzo y con ilusión se consigue), pero tengo la suerte de contar con unas plataformas de apoyo de compis fantásticos que se han formado conmigo, que comparten mis inquietudes y logros y que hoy son uno de los pilares básicos de mi nueva vida como emprendedora digital.
Y así empezó mi aventura como freelance, y nació mi web www.palabreando.es, un proyecto de reinvención profesional que hoy constituye mi modo de vida y que me permite volcar toda esa pasión que siento por escribir al servicio de empresas y negocios que quieren emocionar, hacer sentir, vender, informar, y destacar en el universo internet.
¿Te ha pasado algo parecido? ¿Te has lanzado a emprender por tu cuenta?
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